El abuelo de mi amigo Mavick tenía un aforismo que se me ha quedado grabado como si me hubieran aplicado un hierro caliente en mis testículos aceitados:
Sobre gustos no hay nada escrito… Aunque hay gustos que se merecen palos.
Eso me recuerda otro aforismo, esta vez de mi insigne amigo El Barbas™:
Los gustos son como los culos: todo el mundo tiene uno, y el de los demás, apesta.
Ya verán por qué lo digo. Paciencia.
El otro día estaba poniendo a tono mi biblioteca virtual de libros (ya saben, esa que todo el mundo tiene en Calibre[1] con libros legales y tal), y pensé «joder, tienes unos cuántos cientos de libros pendientes de leer». Es que los etiqueto, ¿saben? Cuido con mimo mi desorden obsesivo-compulsivo. Incluso le llamo por su nombre.
En esos momentos, fruto de una de mis asociaciones de ideas sin venir a cuento, pensé «ya que estamos, ¿por qué no te lees todas las novelas que alguna vez ganaron premios Hugo?». Y entonces un resorte me hizo «¡CLIC!» en la cabeza. Hasta me dolió.
Y es que mi amigo Adrián ya habló de esto en su momento (vamos, que no se puede decir que esté siendo el colmo de la originalidad). Sin embargo, la lista que publicó alcanza sólo hasta el 2009, que fue cuando publicó su historia, con lo que tuve que echar mano de la entrada de la Wikipedia que les enlazo más arriba para los años que me faltaban.
So far, so good. Vale, ya tenía la lista, e incluso me di cuenta de que había leído ya unas cuántas de esas novelas, como la magnífica The City & the City, de China Miéville (algún día les hablaré de este autor) o El sindicato de policía yiddish de Michael Chabon.
Claro que también me he leído el supremo ñordo El libro del día del Jucio Final, de Connie Willis.
Vaya por delante que:
- Los premios Hugo son concedidos por seres humanos (creo). Como tales, aplican aquellos criterios que les sale del orto para evaluar las novelas.
- No he leído ninguna otra obra de Connie Willis.
- Esta señora ya ha ganado tres premios Hugo y dos premios Nébula.
Soy consciente de que mencionar el tercer punto es apelar a una mezcla entre las falacias ad verecundiam y ad populum, pero vamos a ser buenos y vamos a suponer que los que votan estos premios saben lo que se hace.
Sólo que no me cuadra.
Me leí el mencionado libro hace años, y me pareció un tostón infumable, por dos motivos: los personajes son cualquier cosa menos creíbles, y en la novela no pasa NADA. Lees páginas, y páginas, y páginas, esperando ese momento en que la autora te sorprende y dices «ah, carajo, ESTO es lo que pasaba realmente»… Pero a medida que notas que el fajo de páginas restantes es cada vez más fino, y el de páginas ya leídas cada vez más gordo[2] (si no les pasa así, es posible que los conjuntos de páginas leídas y páginas por leer estén en dimensiones diferentes), empieza a bajarte una gota de sudor frío por la espalda, dándote cuenta de que has perdido el tiempo leyendo semejante porquería.
Y ese es el motivo por el que le comentaba los aforismos del principio de la historia. Que vale, que sí, que me voy a leer los premios Hugo, pero ni por un momento se me ocurre pensar que eso equivale a decir «me voy a leer las mejores novelas de ciencia ficción de todos los tiempos»… Y a las pruebas me remito.
[1] En cierta ocasión leí una especie de chiste que afirma que lo primero que haces al abrir Calibre es bajarte la actualización. Pero no es un chiste. Es la jodida realidad.
[2] No me sean cabrones y empiecen a torpedearme el argumento hablando de lectores de libros electrónicos. Use your frakking imagination.